Durante el último fin de semana de marzo el Festival Inferno le ofreció a la audiencia una sobredosis de técnica, pesadez y estridencia musical con un cartel de lujo. Entre los nombres que estaban anunciados, se leía el nombre de la agrupación Dimmu Borgir programada para el cierre de la noche del 30 de marzo. La cofradía noruega prometía un espectáculo especial y muchos asistentes estaban a la expectativa desde su última presentación en el marco del mismo evento en 2019.
La voz rugiente de la agrupación preguntó al público si sería una buena idea que algunos antiguos miembros participaran en el directo tras abrir con “Raabjørn speiler draugheimens skodde” (título de su primer disco, “For all tid”, cuyas descripciones detallan la forma en la que el lago Råbjørn, al norte de Oslo, refleja la niebla de la morada de una criatura mítica) y tras reventar los decibeles a tope con “Spellbound” y “Entrance” al mejor estilo noventero. Estas canciones evocaron el panorama sónico y la portada verde que los acompañó durante su ruptura al interior de la escena metalera internacional.
Tras el anuncio respectivo se monta Tjodalv tras la oficina de percusión, cuyos detalles laterales ostentan unos dragones; y para sorpresa del recinto, y muchos otros en la escena metalera mundial por lo demás, Shagrath invita también a Mustis y Vortex para la interpretación de “The Insight And The Catharsis” (El discernimiento y la catarsis, en español). Estratégicamente seleccionado quizá, este corte contiene momentos de protagonismo para voz lírica y de orquestación con sintetizadores. Así pues, al minuto y medio de arrancar con ráfagas de batería, el alto registro de la voz de Simen Hestnæs les recuerda a los espectadores esos matices de contraste melódico que lo hicieron conocido durante su paso por la banda. Todos los ojos se posaron por supuesto también en la esquina tecladística navegada por Øyvind durante el interludio.
Tal detalle del combo nórdico para complacer a sus seguidores no ha pasado desapercibido en las esferas especializadas digitales y muchos nos preguntamos si este gesto desencadenará que los músicos reaparezcan en más tarimas en alguna otra ocasión. Un sinnúmero de comentarios en las redes sociales deja entrever un sentimiento de nostalgia que envuelve los grandes aportes artísticos de Ian, Simen y Øyvind, que le dieron carácter e identidad distintivos a Dimmu Borgir durante casi la una década completa hasta el año 2009.
A Rex
