La primer visita de Linkin Park al país será un evento que marcara historia en el país. Un concierto cargado de energía y nostalgia, en donde la banda ofreció una experiencia inolvidable, mezclando sus icónicos temas con algunas de sus nuevas producciones.
Linkin Park comenzó fuerte con «Somewhere I Belong», seguido de «Crawling» y «Points of Authority», canciones que encendieron de inmediato la euforia de la multitud. El setlist continuó con «New Divide», que sumó un toque único y electrizante. Sin embargo, uno de los momentos más inesperados llegó con la presentación de su tema nuevo «The Emptiness Machine». A pesar de algunos problemas técnicos durante la primera interpretación, la banda decidió repetirla tras un breve descanso, mostrando su compromiso con el público y asegurando que todos pudieran disfrutarla al máximo.
El segundo acto comenzó con «The Catalyst» y «Waiting for the End». Una combinación de visuales y arreglos actualizados en estas canciones mostró una versión contemporánea de la banda, sin perder la esencia que los caracteriza. Además, el solo de Joe Hahn y la mezcla de «When They Come for Me» con «Remember the Name» añadieron un toque creativo y único al set.
El tercer acto trajo un giro emotivo con la versión al piano de «Lost», interpretada como un dúo entre Mike Shinoda y Emily Armstrong, seguida por temas introspectivos como «Breaking the Habit» y «What I’ve Done». Este segmento dejó ver una faceta más íntima de la banda, permitiendo a los asistentes conectar profundamente con la música. La emotiva interpretación de «Leave Out All the Rest», tocó la fibra emocional del público, recordando momentos icónicos de la banda.
El último acto presentó momentos tranquilos y nostálgicos, con versiones acústicas de «My December» y «Over Each Other», una nueva adición al repertorio, donde Emily se lució en la guitarra. La interpretación de «Numb», fue uno de los puntos álgidos de la noche, seguido de «In the End» y «Faint», temas que no dejaron a nadie indiferente y que llevaron al público al éxtasis antes de llegar al encore.
El concierto cerró con «Papercut» y «A Place for My Head», dos de sus temas más icónicos que desencadenaron una última explosión de energía en el recinto. Con «Heavy Is the Crown» y el icónico «Bleed It Out», el grupo puso fin a una noche inolvidable, dejando al público satisfecho pero deseando más.
La producción del concierto fue impresionante, con un sistema de sonido de alta calidad que hizo justicia a la fuerza de los temas de la banda. La iluminación y los visuales complementaron cada canción, creando una atmósfera inmersiva que intensificaba cada riff y cada cambio de ritmo.
Este concierto fue una mezcla perfecta de nostalgia y novedad, donde Linkin Park logró satisfacer tanto a los fanáticos de sus primeras épocas como a quienes han seguido su evolución musical.